Nos encontramos en la provincia de Guadalajara, en la presa de Beleña, a medio camino entre La Mierla y Beleña de Sorbe. Desde este punto iniciamos nuestra ruta. A la izquierda, una explanada sirve de aparcamiento y un poco más allá, a la izquierda, la playa de Beleña, muy concurrida en verano.
Un paseo por la presa nos ofrece una panorámica espectacular de esta ruta. A la izquierda, tras el embalse, la ermita de Peñamira, junto a lo que fue un cazadero del hombre de Neardhental (50.000.- años a.C.), cuando la caza se realizaba por despeñamiento. El camino nace frente a la glorieta y luego desciende en zigzag hasta el pie del muro; una pista paralela y con farolas lleva a una caseta. Abajo, a la izquierda, dos tuberías miran al castillo y se utilizan para aligerar el embalse cuando los desagües son insuficientes (así ocurrió este año 2011). A la derecha, una toma de agua, que abastece al Corredor del Henares, y el aliviadero que proporciona algo de caudal al Sorbe.
Pasamos un cruce y pronto aparece un azud (presa pequeña) que obliga al río a pasar por el túnel de la izquierda, aunque por la tubería del centro también deja pasar el agua. Volvemos atrás y seguimos de frente hasta el siguiente cruce, donde tomamos a la izquierda para llegar a las ruinas del molino maquilero del Tío Puerta, después fábrica de luz que iluminó durante décadas los pueblos de la comarca. La tradición cuenta que se construyó sobre los cimientos de una “casa de placer” para nobles y clérigos, destruida a principios del siglo XVI en una disputa por el Señorío de Beleña, su protector, al que pagaba impuestos (aún se ven algunos sillares antiguos). Se conservan los restos del azud que embalsaba el agua para mover la muela, así como la fuente de Doña Urraca protegida por una verja. En la otra orilla, una fuente moderna que proporciona agua al pueblo.
La vereda continúua paralela al río y conecta con el camino, dejando a su izquierda un olivar. Desde aquí admiramos lo que queda del castillo de Doña Urraca y el camino medieval, tallado en la piedra, que sube en zigzag hacia el pueblo. El puente árabe, con arco de herradura y veinte metros de alzada, nos impresiona; desde la distancia observamos que la forma de herradura se obtiene gracias a la roca de apoyo (de ahí la polémica sobre si es románico o árabe). Reconstruido pero muy bello, conserva pretil, arco y empedrado.
Antes de cruzar el puente, una senda a la izquierda baja a una fuente. Al otro lado del puente, una vereda baja por la izquierda hasta la poza de Doña Urraca, excelente lugar para el baño, tomar el sol y/o la merienda, pero sobre todo para escuchar al río. En la orilla, oquedades y un canal tallados en la roca: son los restos del Sayal, una tenería para el curtido, lavado y teñido de pieles, dicen que de origen árabe.
Este lugar está preñado de leyendas. La poza se llama así porque en uno de los lances del siglo XVI por la disputa de la villa, Doña Urraca se bañaba desnuda en ella para disfrute de asaltantes y sitiados. En el censo de los millones de Felipe II, se documenta un molino con doble muela, ya que el agua pasaba dos veces merced a un ingenioso sistema, contradiciendo el dicho –agua pasada no mueve molino-).
Subimos el camino –Las Escarihuelas– despacio, atentos a empedrado y conglomerado del suelo; aún se observan canalillos para el agua tallados en la roca. Conforme nos elevamos las vistas mejoran; en lo alto se observan los agujeros donde se colocaba la cadena que cerraba el camino, así como la plataforma donde se situaban los centinelas.
La vereda continúa dejando a la izquierda el cementerio y castillo, entrando en el pueblo por los cocederos. El camino continúa por delante de la iglesia de San Miguel, una joya del románico donde destaca la portada con los meses del año representados por las labores del campo.
En apenas 10 minutos el camino se aproxima a la carretera de la presa, dejando a la izquierda una senda que se dirige al castillo, del que solo se conservan dos paredones. Merece la pena un vistazo, ya que se observa su estructura, los
cimientos de la alcazaba árabe y vistas excepcionales de la vega.
La carretera nos baja suavemente hasta la presa. Ya solo queda cruzar el muro hasta el otro extremo donde dejamos el coche. Podemos contemplar la casi totalidad de nuestra ruta y algunas de las maravillas que hemos disfrutado. Inolvidable.
Ruta facilitada por: La Vereda de Puebla.
Ruta: El puente árabe de Beleña
Provincia: Guadalajara
Dificultad: Media